Hay quien dice que los suplementos probióticos son la respuesta a cualquier cosa que le afecte: molestias digestivas, niebla cerebral, problemas del sistema inmunitario e incluso cáncer.
Y luego están los que comparan los probióticos con los multivitamínicos: un método seguro de crear orina -o en este caso, caca- muy cara.
La verdad es que tomar un probiótico puede valer la pena.
Pero cualquier beneficio potencial depende de factores como ¿Quién toma el probiótico? ¿En qué circunstancias? ¿Y para qué objetivo?
De hecho, aunque soy un entrenador con un doctorado en esta área, la mayoría de mis clientes no toman probióticos.
No es porque no funcionen. Es porque sólo sabemos que funcionan en determinadas situaciones.
¿Qué son los probióticos?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los probióticos son «microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped».1
Una definición más sencilla sería:
- Los probióticos son bacterias (y a veces levaduras) que ofrecen beneficios para la salud.
- Los probióticos vienen en forma de suplemento y también se encuentran en varios productos lácteos fermentados.
Dato curioso: Según las pruebas actuales, los lácteos fermentados, como el yogur y el kéfir, son los únicos alimentos que pueden considerarse probióticos.
Otros alimentos fermentados como el kimchi, el chucrut, la kombucha, el natto y el miso pueden tener beneficios para la salud, pero no son probióticos porque no contienen los tipos de bacterias que se ajustan a la definición anterior. Además, los alimentos en escabeche tampoco se ajustan a la definición (¡lo siento!), aunque son ciertamente deliciosos.
Hay docenas de cepas de probióticos.
A menudo tienen nombres largos que pueden parecer difíciles de recordar y aún más difíciles de deletrear. Mencionaré algunas de ellas en este artículo, no para que te duela la cabeza, sino porque los beneficios específicos para la salud dependen de cepas concretas.
El nombre completo de cada cepa incluye su género, especie, subespecie (si procede) y una designación alfanumérica que sirve de identificador.
A menos que sea un científico, la mayoría de las veces oirá referirse a las cepas sólo por su género y especie (por ejemplo, Lactobacillus reuteri o Bifidobacterium longum).
Ocasionalmente, también verá que se incluye la cepa específica por su nombre y/o identificador numérico.
Estas distinciones pueden ser importantes porque, en algunos casos, diferentes cepas del mismo género y especie tienen efectos muy diferentes. Por ejemplo, la Escherichia Coli Nissle es probiótica, pero la Escherichia Coli Shiga (a veces abreviada simplemente como E. Coli) es patógena, lo que significa que le hará enfermar.
Para poner esto en términos de la vida real, a nivel de género, estamos hablando de la diferencia entre un perro y un lobo. Cuando bajamos al nivel de la cepa, es como especificar entre un perro y un dingo. En el siguiente gráfico, puede ver cómo se compara la taxonomía de los probióticos con la de un animal.
Algunas de las cepas probióticas más comunes provienen de los siguientes géneros (para no confundirte más, pero género es el plural de género):
- Lactobacillus
- Bifidobacterium
- Saccharomyces (¡estos sí son levaduras!)
- Streptococcus
- Enterococcus
- Escherichia
- Bacillus
Por último, algunos suplementos probióticos contienen múltiples cepas. A menudo se les da un nombre de producto especial, como VSL#3, un probiótico multicepas con Lactobacillus, Bifidobacterias y una cepa de Streptococcus del que aprenderá más adelante en este artículo.
¿Por qué existen los probióticos?
Muchas veces, la gente oye «bacterias» y piensa: «Oh, eso es lo que te hace enfermar». Pero en realidad nuestro cuerpo está repleto de diferentes tipos de bacterias y otros microbios, especialmente nuestro intestino.
A eso nos referimos cuando hablamos del microbioma intestinal, el complejo ecosistema de microbios (y su material genético) que viven en nuestro tracto gastrointestinal.
Estos microorganismos están con nosotros desde que nacemos, y hacen algo más que un mero trabajo por cuenta propia. Cuando todo funciona correctamente, ellos
- ayudan a fermentar los nutrientes no digeridos para producir compuestos beneficiosos, en algunos casos (se llaman postbióticos)
- evitan que las bacterias y las levaduras perjudiciales dominen el intestino, eliminándolas o atacándolas (¿genial, verdad?)
- intervienen en la regulación de la respuesta inmunitaria a las infecciones y a los posibles alérgenos
- influyen en el equilibrio energético y, potencialmente, en la composición corporal
pueden influir (potencialmente) en el estado de ánimo, el comportamiento y la cognición.
Como puede ver, nuestros microbios gastrointestinales tienen varias funciones importantes y de gran alcance. Así que es comprensible que la gente quiera dar prioridad a su salud intestinal. De ahí el interés por los probióticos.